Después del el sueño tan perturbante que tuve y la imagen del búho observándome, no había más que pensamientos de fuego en mi cabeza. No sé... ¿Qué sentido tenía todo ahora?
El atardecer deslumbra, el sol es capturado por las nubes forzándolo a convertirse de color anaranjado, parece que lo someten a perderse en el negro. Yo estaba sentado en la azotea de la casa, pensando, mientras veía la tarde caer.
Keira subió y se sentó conmigo. No dijimos nada, aunque ella notaba cierta rareza en mi semblante.
-¿Qué tienes?- preguntó.
-¿Por qué estás aquí Keira?
-Quería acompañarte.
-No me refiero a eso... ¿Por qué estás aquí?¿Por qué te uniste a Eon?
-Pues... verás, cuando yo era niña, vivía rodeada de tristeza y angustia, mi papá murió asesinado, nunca supieron qué pasó, sólo lo encontraron al borde del río, vencido en una lucha. Mi mamá se volvió loca después de eso, después a haber sido una familia unida y perfectamente funcional, ella cayó en depresión. Cuestionaba todas sus buenas acciones, argumentando que qué caso tenía haber sido una buena persona si a fin de cuentas nunca iba a tener lo que merece. Empezó a maldecir todo lo que nos había sucedido. Sus plegarias oscuras fueron escuchadas por un decadente, él entró en contacto con ella, y empezó a seducirla con palabras reconfortantes para ella, ella creyó en la oscuridad... Poco a poco su hermoso cabello rubio se fue haciendo turbio, hasta convertirse en gris.
Mi mamá empezó a salir en las noches y regresar en las madrugadas, regresaba siempre pálida su aura estaba rota, su bondad se había convertido en tristeza, nada le importaba.
Un noche decidí salir tras ella y ver qué es lo que hacía... la seguí hasta una iglesia a la que entró y se sentó frente al altar y empezó a llorar... Poco a poco su llanto se empezó a transformar en una especie de odio y gritos, sus ojos verdes lloraban lágrimas negras, y sus rugidos eran espantosos. En ese momento entró el, el decadente que te mencioné, la abrazó y madre se tranquilizó, y sólo preguntaba "¿Por qué?".
Nunca supe lo que el le respondió, pero después de su respuesta, el salió de la iglesia, mi madre se quedó unos segundos más sentada en una de las bancas. Después salió.
-¿Qué pasó después?
-Se dirigió a casa, y nunca fue la misma, apesar de que regresó a ser la madre cariñosa que yo amaba, preocuparse por mi, no era la misma, sus ojos ya no brillaban. No sé qué pasó con el decadente aquél, pero sí sé que algo le hizo y nunca le voy a perdonar haber cambiado a mi madre y juré que nunca...
En ese momento que Keira me contaba, un flecha en llamas pasó disparada junto a mí, se clavó en la puerta de la azotea. El fuego empezó a escribir un llamado de guerra, era un desafío de parte de aquellos que viven bajo la luna.
Keira se levantó y corrió a alertar a los demás... Yo me quede leyendo el llamado... porque realmente el desafío era sólo para mí.
"Para aquél que lleva la venganza ajena en su corazón. Te espero donde cantan las sirenas.
Ven con tu corazón dispuesto a sangrar, como has hecho con otros corazones.
Julien"
Subieron todos los demás... no los dejé leer el llamado, pues era sólo para mi.
Protestaron, a lo que les respondí que era un desafío para mí, y que a nadie más les concernía.
Esperé a que la noche arribara, pasada la media noche salí. Keira estaba preocupada, pero no le permití que me acompañara.
En base a mi sueño, dejé que la melodía que había escuchado mientras dormía me guiara... Cerré mis ojos y pasaron tantas cosas por mi cabeza, incluyendo a Eleana, Keira, Eon, mis sueños, mis miedos...
De pronto un búho llamó mi atención, pues me miraba fijamente, y me dio a entender que el me guiaría.
El volaba bajo y lento, yo sólo decidí seguirlo. Cuando menos me di cuenta estaba en la entrada de la caverna de mi sueño. Entré imaginándome la hermosa melodía... a mitad del pasadizo oscuro que me guiaría a la gruta del manantial empecé a escuchar música de harpa... La melodía de nuevo era sentimental, triste y melancólica... me hizo recordar lo que en mi sueño escuché, acerca de la interpretación que le dí a la música de acuerdo a mi estado de ánimo, así que seguí y al entrar a la gruta, lo vi, él sentado tocando el harpa, su cabello negro hacía sombra sobre su rostro... La canción era cautivadora.
-Qué maravillosa tonada.-dije.
-Que bueno que te agrada mi música Alberich.
-¿Cómo es que sabes mi nombre?
-Eres bastante conocido, por ser el títere de un difunto obstinado, que dejó su legado de venganza en tu corazón.
El comentario no me cayó en gracia, pero apesar del comentario molesto, no sentí hostilidad de parte de Julien.
Mientras seguía tocando lo miré, preguntándome quién era.
-Yo soy Julien, descendiente del signo de la luna. En palabras que tu usarías, tu enemigo.
-¿Cómo puedo ser enemigo de algo que no he podido comprender?
-Tu elegiste el camino, Alberich. Elegiste odiar algo que no conoces, y no es raro, todos los seres humanos cometen el mismo error, odiar y juzgar a lo desconocido.
-Oh, Dios mío...- dije en forma de suspiro.
-Dios padre, hijo y espíritu santo, nos nos pueden encontrar en la oscuridad.
-¿Qué?
-Todos temen a la oscuridad, porque nadie confía en sus sentidos, todos temen a una casa oscura y abandonada, pues la vulnerabilidad es encontrada durante la noche.
Las noches son gobernadas por la luna, emperatriz de la oscuridad, guardiana de deseos, sueños y sentimientos.
Todos rezan, Alberich, por no ser olvidados en la oscuridad, rezan porque una luz los guíe atravez de la oscuridad. Pero el tiempo no deja de quitar los segundos de la vida, declarando abandono aunque las intenciones de encontrar esa dulzura prevalezcan.
El tiempo sucumbe ante la melodía de una tierna canción al igual que todo deseo sucumbe ante la tentación, escucha ahora Alberich, un réquiem que tu corazón mismo me esta dictando, una marcha fúnebre desde el fondo de tu corazón.
La tonada se empezó a convertir en una tortura, penetraba mis oídos y mi cerebro, hizo que me tirara y me retorciera, a pesar de ser las mismas hermosas notas que había estado tocando. Pero ya en el compás final... empecé a sentir una cálida paz, que me recibía en la fraternidad de sus brazos, abrí mis ojos, era la hermosa mujer blanca que ilumina las noches y nos escucha...
Abrí los ojos, no distinguía figuras, todo eran grandes plastas de colores oscuros. su voz gritaba y lloraba: "¡No te vayas, no te mueras!" Escuchaba su llanto, y sus súplicas porque regresara. Esa voz, tan conocida, tan...
-¡Eleana!
-¡Sí, Alberich resiste por favor!
-¿Dónde esta Julien?
-Se fue, lo distraje.
-¿Por qué Eleana?
-Alberich... no es el momento, te llevaré a casa, te curaré y te explicaré...
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