Subí, subí, te escuché, seguí subiendo. Tu voz provoca resonancia en el espacio de mi mente, se revuelca, se estremece. Es una rutina, desquisiante. Casi tanto como los berridos de recién nacido. Es como una nota en discordia, un piano desafinado. Armonías tensas, deshechas, mutiladas. Otras tantas extensas y tristes. Frecuencias enternecidas por unas manos agrietadas. Cosechando sonidos de tristeza en cada una de las teclas que las sostienen. Si cierras los ojos verás el azul del cielo, destellos de luz hermosa y confortante.
Bienvenido al reino de los ángeles. Es una belleza incomparable. Ímpetu majestuoso.
-¿Escuchad el sonido Alberich? ¿Alcanzáis a escuchar la tonada?
- Es la luz, la bienvenida de los ángeles.
Son los coros celestiales más impresionantes que haya escuchado.
Es un pasaje lleno de historias de muerte. En todas y cada una de ellas, hay una historia de desenlace incongruente. Tristeza, sollozos, alivio, sonrisas, esperanza, fé, alegría, odio, rencor, cariño, enojo, resignación, amor, felicidad, agonía. Todas producto del propio pensamiento de almas incomprendidas. Disueltas. Egoístas.
Conservé mi asombro hasta el final, encallando en el cielo celestial, balbuceando, anonadado. Viendo las cuerdas doradas de las lyras de los arcángeles. La paz irradia sensibilidad y sensatéz. Pacifidad. Pero vagamnete respira el aire de incertidumbre. Ignorancia.
Mientras contemplo todo lo que deslumbra el alrededor, me asechan miradas, soy el blanco. Vaya ironía, estoy vestido de negro. Y todo lo negro me rodea. Percibo una mirada conocida. Alguna vez la sentí ántes.
Conforme camino sobre un campo de nubes, siento el peso de mi cuerpo. Me quedo en el suelo, la carga es demasiado pesada, sólo puedo mover la cabeza y los ojos. Cuando miré hacia arriba vi una entrada magnífica, una puerta dorada, se abre y unas trompetas angelicales empiezan a sonar.
La música es hermosa, pero las nubes se discipan, pierdo el apoyo... Estoy apunto de caer...
-¡Alberich! Esta es la entrada al reino de la luz.- Se acercó una figura en túnica blanca, no pude verlo bien, puesto que su aura era totalmente deslumbrante, pero su piel era oscura. -Este no es un lugar para tí Su Oscura Majestad. La luz es exclusiva para todo aquél que pueda dejar atrás los pensamientos negros.-
Las nubes que sostenían mis manos y mis piernas desaparecen por completo y caigo, mientras él ríe.
Fui cayendo rápido, vi el cielo, la sociedad se ve más cercana cada vez, atravesé rascacielos, altos edificios, hasta llegar al fondo de la botella de algún desamapardo fundido en alcohol... Y de ahí al averno, pero ya no me atemoriza. Los ecos esta vez me llaman, estoy confinado. Cuando caigo, estoy justo en medio del fuego, sin embargo me levanto y mis alas de plumaje negro se abren. Vuelo mientras contemplo los círculos del infierno. Y justo enmedio veo un encapuchado negro. Llego a dónde está y la llamas de alrededor son atenuadas inmediatamente, él convierte todo en frío. Veo una oz y de él empieza a salir energía negra, llena de sombras y gritos. Su energía me paraliza. Y ya inmóbil escucho su voz.
-Su Majestad, es necesario que comprenda por qué está aquí... Desde tiempos inmemoriables la luz y la oscuridad fueron una sola dualidad capáz de complementar la magia y la ciencia y hacerlas una misma. La luz siempre fue la verdad, representante de los hechos y la realidad. La oscuridad era el misticismo y lo inexplicable. Trabajaban juntos, hasta que por alguna extraña razón los señores de la Luz decidieron separar la dualidad, fue un ataque sin previo aviso, una traición.
Ellos decían que los seres de la noche jamás podrían pisar el cielo porque lo profanarían, al momento de correr a toda la oscuridad del Reino de la luz, la dualidad quedó quebrada, la luz se elevó, iluminando la mitad del día y dando energía para que la vida mortal continuara.
La Parte oscura de la fuerza se rompió en muchos más pedazos, provocando que los espíritus de la noche se enojaran y toda esa magia se expandiera y se mezclara con odio y belleza, los bellos espíritus de la noche se convirtieron en ánimas y espectros, los guardianes de la noche se petrificaron, algunos otros guardaron sus almas dentro de los árboles, y asignaron a los búhos y lechuzas para resguardar sus lechos de muerte y agonía y para que cuidaran a la luna, la única representante de toda esa belleza que alguna vez representó la oscuridad. Algunos ángeles y arcángeles se revelaron, fueron desterrados del cielo. Sus hermosos rostros fueron envejeciendo, de tanto miedo y enojo se convirtieron en demonios. Los fantasmas decidieron poseer a los vivos. Y algunos de nosotros fuímos asignados para tomar almas, otros para condenarlas, otros para enjuiciarlas...
Su Majestad, Yo soy Azrael, De la estrella Malak Al-Mawt, en las religiones se me conoce como Abu Yaria, Mordad, Tánatos. entre otros nombres. Mi misión no es para traer desgracias o pesares sino para traer paz y tranquilidad a las almas que se encuentran en el estado de transición de la vida a la muerte o de la muerte a la vida como lo quieran ver. Escribo y borro nombres del gran libro, lo que yo escribo es el nacimiento de un hombre, y lo que borro es el nombre del hombre que morirá.
Tengo todo un ejercito alado a mis órdenes. Y estoy a su servicio.-
Se arrodilló ante mí.
- Los demonios se han encargado de deshacerlo todo, de llevarlo todo a la maldad, corrompieron las almas humanas de algunos líderes. Y les otrogaron los 7 pecados capitales. Llevando la humanidad a la perdición, la era de los hombres está por terminar... Pero las piezas de la dualidad aún existen. Sólo hay que unirlas de nuevo. Pero para eso, habrá que bajar a los cículos del infierno hasta encontrarlas, y tendremos que formar alianzas con todos aquellos que el odio y el rencor los has consumido y desgastado, el confinamiento y encierro en los avernos, los ha hecho enemigos de todo. Ha despertado maldad en ellos. Y finalmente habrá que entrar al reino de la luz, porque la luz sigue intacta en el templo del sol en lo alto del monte olimpo. Donde habremos de tener la más cruenta batalla entre los distintos lados de la misma fuerza.
Su oscura majestad, es necesario que regrese a el mundo mortal y empiece el llamado a los espíritus de los bosques, de las montañas y a los búhos guardianes...-
Azrael abrió su mano y me transportó...
Abrí los ojos. Sigo dentro del bosque... El hospital está a unos kilómetros y a mi alrededor toda una jauría de lobos. Me puse de pie. Abrí mis alas hacia el sol de media tarde, casi anocheciendo y los lobos empezaron a aullar, empecé a hacer una danza con ellos para despertar a los bosques y a los guardianes...
lunes, 25 de julio de 2011
domingo, 30 de enero de 2011
Libro II. La Marcha Fúnebre de los Ángeles. Capítulo III: "Re(encuentro)".
En la etapa donde la voz es ronca, ya no puedes gritar, forzas, y lastimas. Raspa, desgarras un alarido. Forcejeas y sigues corriendo. Sientes el frío en los pies, estás en los confines de tu vida entera, pues en un parpadeo de Artemisa la vida pasa.
Corro, corro, descalzo en la nieve, me escapé del hospital. Sé que me persiguen. Vuelvo a sentir emoción, pero a la vez la paranoia... todas esas voces, me hablan, todas me buscan, todas me queiren, todas me requieren. Mis manos cubren mis orejas, y los murmullos y voces incrementan, son inentendibles, sigo corriendo, mientras grito y suplico que se callen. El bosque empieza a volverse turbio, casi no filtra la luz lunar. Los captores dan vuelta atrás.
Las voces empiezan a sintonizar en armonía, son los ábroles. Es ella. No me atemoriza. Al contrario me complementa, estoy rodeado del frío que se acurruca en cada espacio de mi piel, rodeado de la noche, testigo de mi nacimiento y de mis plegarias. Y de bosque de lobos y búhos.
Murciélagos e insectos.
Las voces de aquellos centuriones y milenarios de madera, es tan cautivante, tan atemorizante e imponente. Su energía circunda. Se divisa en el negro los ojos de esas criaturas que vienen a mi llamado. Escuchan el cáos, es el momento, del silencio. Comienzo a elevarme, tomo cada escala para llegar al silencio absoluto.
Una vez dentro del trance, abro los ojos. Veo una lechuza blanca con ojos grises. Que me impide llegar a la luz de la luna. Abre las alas y exclama:
-Soy la voz de razón en tu decadencia, ya te perdiste, sí, también la perdiste, tu cordura ahora sólo alimenta mi ego entero. Con sutíl arrogancia te invito a que vengas. Entra tú y escudriña en mis ideas. Concuerdo en que no vas a encontrar ninguna idea adherida al concepto de tí.
-¡Oh! Tú bloqueaste la salida. Tú envenanaste a la propia serpiente.
Ese momento es un hoyo negro, sólo soy yo. ¿Se supone que sea suficiente?
Tomó el sacrificio de la esperanza dejarte ir. Dejé la vergüenza y la pena. Ahora entiendo... O tal vez no. ¿Qué tanto puede tomar de mi un espacio vacío? Ningún objeto puede tomar el espacio de otro. Ningún pecado puede sustituir una caricia, mucho menos la sensación de huir. La energía transforma y figura en siluetas efímeras de púrpuras y negros.
Esclarece.
-"La noche se torna más oscura justo ántes de amanecer".
-Sí, es cuando la luna se esconde, como una pequeña niña.
Al momento del rocío de la mañana, la neblina pálida adorna con cierta tensión e incertidumbre el aire boscoso. Los cantos de los cuervos se unen al unísono. Corre suavemente, hasta el dulce río. ¡Ven! Llénate los pulmones de sombra, la misma que en el concreto. Regocíjate en el agua, y siente las ondas en ella.
En la corteza del árbol encontré las iniciales de una pareja en un corazón. En un corazón, como un juramento de amor eterno. Faláz.
Al lado del árbol grabado, se encuentra la bereda que lleva a las ruinas de gloria y lamento. De ellas se desprenden más murmullos, sedentarios de raíz, viajeros en polen. Es un altar de vehemencias infiltradas en la luz nerviosa del sábado.
Me hinqué ante semejante altar. Y te ví, te aluciné Eres tú, provocando. Alterando, escondiendo los pétalos debajo de tí. Eres tú y estás de vuelta....
-Toma mi forma, mis alas, mis ojos. Está vez vine por tí.
Me elevo, me elevo tan alto, a la altura de la imaginación, me comparo con ideas de niños, dibujos infantiles de paisajes y creaciones mounstruosas dignas de la mente ingenua y genio de 5 años. A la altura de donde ya no hay malicia. Donde estás tú.
Corro, corro, descalzo en la nieve, me escapé del hospital. Sé que me persiguen. Vuelvo a sentir emoción, pero a la vez la paranoia... todas esas voces, me hablan, todas me buscan, todas me queiren, todas me requieren. Mis manos cubren mis orejas, y los murmullos y voces incrementan, son inentendibles, sigo corriendo, mientras grito y suplico que se callen. El bosque empieza a volverse turbio, casi no filtra la luz lunar. Los captores dan vuelta atrás.
Las voces empiezan a sintonizar en armonía, son los ábroles. Es ella. No me atemoriza. Al contrario me complementa, estoy rodeado del frío que se acurruca en cada espacio de mi piel, rodeado de la noche, testigo de mi nacimiento y de mis plegarias. Y de bosque de lobos y búhos.
Murciélagos e insectos.
Las voces de aquellos centuriones y milenarios de madera, es tan cautivante, tan atemorizante e imponente. Su energía circunda. Se divisa en el negro los ojos de esas criaturas que vienen a mi llamado. Escuchan el cáos, es el momento, del silencio. Comienzo a elevarme, tomo cada escala para llegar al silencio absoluto.
Una vez dentro del trance, abro los ojos. Veo una lechuza blanca con ojos grises. Que me impide llegar a la luz de la luna. Abre las alas y exclama:
-Soy la voz de razón en tu decadencia, ya te perdiste, sí, también la perdiste, tu cordura ahora sólo alimenta mi ego entero. Con sutíl arrogancia te invito a que vengas. Entra tú y escudriña en mis ideas. Concuerdo en que no vas a encontrar ninguna idea adherida al concepto de tí.
-¡Oh! Tú bloqueaste la salida. Tú envenanaste a la propia serpiente.
Ese momento es un hoyo negro, sólo soy yo. ¿Se supone que sea suficiente?
Tomó el sacrificio de la esperanza dejarte ir. Dejé la vergüenza y la pena. Ahora entiendo... O tal vez no. ¿Qué tanto puede tomar de mi un espacio vacío? Ningún objeto puede tomar el espacio de otro. Ningún pecado puede sustituir una caricia, mucho menos la sensación de huir. La energía transforma y figura en siluetas efímeras de púrpuras y negros.
Esclarece.
-"La noche se torna más oscura justo ántes de amanecer".
-Sí, es cuando la luna se esconde, como una pequeña niña.
Al momento del rocío de la mañana, la neblina pálida adorna con cierta tensión e incertidumbre el aire boscoso. Los cantos de los cuervos se unen al unísono. Corre suavemente, hasta el dulce río. ¡Ven! Llénate los pulmones de sombra, la misma que en el concreto. Regocíjate en el agua, y siente las ondas en ella.
En la corteza del árbol encontré las iniciales de una pareja en un corazón. En un corazón, como un juramento de amor eterno. Faláz.
Al lado del árbol grabado, se encuentra la bereda que lleva a las ruinas de gloria y lamento. De ellas se desprenden más murmullos, sedentarios de raíz, viajeros en polen. Es un altar de vehemencias infiltradas en la luz nerviosa del sábado.
Me hinqué ante semejante altar. Y te ví, te aluciné Eres tú, provocando. Alterando, escondiendo los pétalos debajo de tí. Eres tú y estás de vuelta....
-Toma mi forma, mis alas, mis ojos. Está vez vine por tí.
Me elevo, me elevo tan alto, a la altura de la imaginación, me comparo con ideas de niños, dibujos infantiles de paisajes y creaciones mounstruosas dignas de la mente ingenua y genio de 5 años. A la altura de donde ya no hay malicia. Donde estás tú.
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