Me encuentro sudando, acostado, pálido, todo es blanco, todo es negro.
Abro los ojos y me lastima tanta luz blanca, los cierro y todo es negro.
Sigo aturdido, no escucho, sólo siento una calidéz que me perturba, es hostil. Sigo sin poder moverme, cuando por fin puedo ver con claridad me encuentro en la cima de un altar dorado, atado de manos y pies...
-Bienvenido a la revelación de la luz Alberich, fuiste elegido para ser el portador de la claridad.
Ésta persona estaba vestido con una túnica blanca con una capucha del mismo color, no le podía ver la cara. Su voz era burlona, convirtiéndose en una molestia.
-Hoy, es el día en que la luz va a entrar en ti, hoy es el día en que harás saber a la humanidad entera que el reino de la luz regresará.
-¿El reino de la luz?
-¡Sí! ¡Hoy es el día que mediante ti, lograremos hacer que la humanidad vuelva a ser brillante!
-¿Cuándo ha sido brillante?
-La humanidad ha sido opacada, el mal penetró en los ojos de Adán, creando discordia, creando caos, hoy por fin, acomodaremos el caos, vamos a redimir los pecados. Y tu serás el mártir que ponga el ejemplo.
El sujeto sacó una daga dorada, y la puso en mi cuello, empezó a hacer una incisión, y empecé sangrar... Pensé que moriría... un maravilloso réquiem empezó a sonar en mi cabeza, aquella bella tonada que compusimos, Julien, Eleana y yo... Empecé a escuchar con mis oídos a pesar de estar tan heridos el bello canto de la sirena de la cueva, empecé a sentir que la fuerza fluía por mis manos, el canto de la sirena convertía mi miedo en odio. Por fin, la energía fluía a través de todo mi ser, el odio me consumía, mis ojos se tornaron negros y todas las luces se convirtieron en negro claro, la luz ya no me molestaba. Pude romper por fin, mis amarras.
-¡Yo no voy a ser ningún chivo expiatorio, yo no soy tu sacrificio humano!
Él sonrió de un solo lado de la boca, quitó su capucha....
Eon estaba ahí listo para pelear contra mi.
-¡¿Cómo puede ser que sigas vivo?! ¡Moriste en mis brazos!
Con una risa sarcástica contestó. -¡Alberich! ¡Estúpido ingenuo! Todo estaba planeado, para que fueras tu quien hiciera el sacrificio. Y te convirtieras en el iluminado, pero te dejaste corromper, tu corazón helado y tu mente cortante, no te permitieron darte cuenta del honor con el que debiste de tomar el título de iluminado.
-Yo no soy elegido por nadie, tu sólo creaste una lucha interna en mí, tú sólo despertaste los demonios que dormían en mí, tú sólo me hiciste darme cuenta de que la vida no es más que el parpadeo de la noche.
-¡No Alberich! Tú sólo decidiste empezar la lucha contra ti mismo, tu deseo de dejar de ser quien eres fue lo que provocó tu guerra.
-Eon, todo lo que tu me dijiste fue un intento de manipulación.
-Lamentablemente Alberich, todo lo que creíste fue mentira, yo te puse la opción y tu creíste lo que más te convino, hasta volviste a creer en el amor, si no, pregúntale a Keira.
Lo más seguro es que mi cara atónita haya sido la más estúpida, cuando vi a Keira caminar hacia mi, salió detrás de Eon, sonriendo, su cabello rubio brillante deslumbraba el templo completo.
-¡¿Keira?!
-Hola, Alberich.- Ella siguió caminando hacia mí, sonriendo. Puso su mano sobre mi corazón. Besó mi mejilla y de su mano empezó a emitir calor, hasta que llegó al punto que me estaba quemando por dentro, acabé hincado. Eon, aprovechó y me levantó con upercut, con el cuál acabé en el suelo, comenzó a patearme, mientras Keira reía en volumen bajo.
Estaba perfectamente confundido, ¿En verdad Eon me engañó o me engañé a mi mismo?
No me defendí, simplemente trataba de aclarar esta ráfaga de pensamientos errantes. Mientras Eon estaba cerca de cantar victoria en nuestra pelea, tomó su daga y dispuesto a terminar de abrir la herida que me había empezado a hacer, dijo:
-Alberich, la luz siempre vencerá ante la oscuridad.
Levantó la daga....
Todo se convirtió en negro.
Abrí los ojos, y vi a Eon forcejeando contra mi, mis brazos cubrieron el ataque por si mismo, la misma energía y odio fluía por mi, seguimos luchando golpe tras golpe, hasta que por fin se le cayó la daga de la mano, Keira se puso a la defensiva y se me aventó, me tenía tomado por atrás, mientras emitía la misma fuerza de calor, yo exploté de energía y ella salió volando hasta golpear en un pilar donde quedó inconsciente.
Tomé la daga, y me acerqué hasta donde estaba Eon, trató de golpearme de nuevo, pero lo esquivé, logré conectarle dos golpes más y terminó en el suelo, me paré junto a él, y la daga brillaba, me hinqué, sólo para medir la distancia entre la daga y el corazón indefenso de Eon, preferí hacerlo de manera menos escandalosa, de modo que sólo fui enterrando la daga poco a poco, mientras la cara de Eon sucumbía ante el dolor y la agonía.
Me acerqué a Keira que se estaba reincorporando.
-Keira, regocíjate en el nacimiento de la noche.
-No, Alberich, escúchame.
-No Keira, ya te escuché demasiado, todo fue un engaño, todo fue falso.
-No Alberich, en verdad escúchame.
-Keira, hoy por fin, podrás terminar toda esta farza, deja de engañarte a ti misma, tu aura esta rota, y tú sola creaste tu propio infierno en tu vida. No había necesidad de lastimar a alguien más, no había necesidad de lastimarte a ti misma.
-Yo lo único que hice fue tratar de seguir adelante.
-Lo único que lograste fue estancarte y perderte en tu pasado, decidiste concluir una guerra que ya tenía perdida. Keira, bienvenida a la luz de la luna, la tomé entre mis brazos. Y le di un beso mortal. Deje caer su cuerpo inerte y salí del templo. Todo se convirtió en un blanco absoluto. Al terminar el camino blanco salí del viejo teatro... ¿Qué demonios? ¡¿El viejo teatro?! ¡¿Cómo llegué aquí?!
Caminé rápidamente, aún era de madrugada. Corrí a la primera avenida y tomé un taxi a mi casa.
-Hoy por fin se dio cuenta de que solo él podía tomar la decisión.
-Así es Eleana, por favor ve a recibirlo.